martes, 29 de octubre de 2013

Abrazos de Kafka y Borges, entre otros

(Fragmentos de 'Diario [hu]mítico para principiantes')


III
Al abandonar aquellos laberintos donde todo se me revela, donde mi entendimiento se extiende hasta alcanzar a la estructura eterna, la escalera perfecta −representación geométrica y arquitectónica del Dios que gobierna, rige y crea constantemente mis mundos y sus dimensiones−, sólo me encuentro pensando en lo que abandoné, con el firme propósito de regresar −siempre regresaré−, y en mis letargos de soliloquios sin público inexistente −tan sólo mis otras representaciones y heterónimos por haber− me acompañan las lecturas de Álvaro de Campos −que he empezado a leer su poesía− y de Bernardo Soaes −ya que Alonso me ha leído pasajes de El libro del desasosiego−, a lo que en resumen se trata de Fernando Pessoa, un escritor con una extraordinario historia −o más bien, sus heterónimos tienen vidas excepcionales, y él una vida lectora y sedentaria (por algo me siento atraído a él porque siempre he soñado [uno de mis tantos sueños y versiones de vida futura] una vida tan miserable ante los demás pero tan fabulosa para conmigo)−; en sí, lo poco que he leído hasta ahora en que escribo esto, siento que representan la lucha con los problemas de mi cotidianidad, entre otras −ya que no dudo que haya otras mil y un análisis de su obra−, y gracias a esas lecturas solitarias, o cómo oyente, es que sobrellevo los sufrimientos que me atormentan en mis primeros viajes a aquella gran dimensión (hu)mítica, donde todo se intensifica y esclarece, y que al salir y volver a la normalidad de la cotidianidad −que no siempre es necesariamente normal−; mil tormentos atacan a mi neófito ser.
Ahora bien, por la otra parte, la del nuevo mundo laberintico y desconcertante siempre −y al decir siempre es un simple deseo pueril de que siempre me gusten y no cambie mi admiración por ellos en mis posteriores lecturas− a dos escritores que se han vuelto primordiales en mi (s) vida (s): hablo de Borges y de Kafa; del primero, diré sinceramente que aún me voy sumergiendo en su universo −con Ficciones− ya que sólo había leído (sin terminar) El libro de los sueños −que me fascinó y planeo retomar y releer cuantas veces pueda− por tanto, la admiración que tengo es la del que entra a un lugar desconocido y todo resulta maravilloso −pero presiento que aunque ya halla recorrido todo el mundo de Borges no me hastiaré de él, es que parece tan infinito y vertiginoso−; el segundo, no necesita explicación, ni justificación, sólo diré cosas actuales: hago de él mi ensayo −acerca de si La metamorfosis es una novela corta o un relato− y anteriormente ya había leído un (sic) dos libros de él, justo ahora he comenzado a leer El castillo y me ha ayudado a zarpar entre tantos laberintos   de aquella dimensión de lo que por el momento soy una especie de turista, con planes aún no concretos de residir allá.

IV
Es posible que haya otros escritores con mayor supremacía en temas como estos −y que el lector juzgue a los que nombro inferiores (cosa que sinceramente dudo posible, pero que no hay que descartar la alternativa simplemente por obvia)− pero la verdad es que estos son los hombres-libro que tengo a mi alcance, que han aparecido justo en estos momentos (y en estos mundos) y de los cuales me siento confiado y complacido como para usarlos de referencia y además asirme a ellos para no caer en la desesperación total. Así que afirmo a ellos, aún a (sic) sabiendo que posiblemente exista la posibilidad de encontrar otros autores que me sirvan aún más −igual eso no sería algo que me desagradaría, y si pasara seguiría llevando en mi corazoncito de lector a estos señores de la literatura −como los que me acompañaron en estas épocas de mi vida −que competen el inicio de mis años universitarios−.

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